Suspiros
Colocar el pensamiento en ella es sufrir una derrota que no existe. El dolor de creerse apuñalado es tan grande que el miedo a ser feliz paraliza. El cuerpo respira y suspira, una y otra vez, respira y suspira pues el alma reclama su premio, lo que quiere tener. Su gran deseo. La mente teje engaños estúpidos, nos hace las piernas temblar, el corazón se acelera, la respiración palidece. Es tan grande dolor de perderla cuando ni si quiera se la a tenido, que uno renuncia de principio a ella. Cobardía pura es eso, pero no se puede cambiar el color de una persona tonta y orgullosa tan fácilmente. El color del alma que grita por su deseo no es quizá el mismo color de la mente que engaña. La mente se mezcla con el alma, desde que se conocieron, de ahí la dificultad de distinguirlas. Pero el corazón siempre dice la verdad con ojos muy claros. El dolor de ser feliz puede ser a veces tan grande, que uno se priva de felicidad, pero la única verdad es esta: Una vez probado el dolor de la felicida...